El pasado 3 de enero el famoso director David Fincher visitó nuestro país para presentarnos su nuevo trabajo “Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres”. Hasta su hotel nos desplazamos. Imaginaos, entró en la sala donde íbamos a entrevistarle con paso firme y decido. De estatura baja y corpulento, lo que llama más la atención nada más verle, a parte de su pelo corto canoso y corpulencia, que le otorga un aspecto cordial y afable, es que lleva en la mano su Ipad. Eso nos da idea de lo entregado que debe estar a las nuevas tecnologías. Lo dejó tranquilamente sobre la mesa, llenó la copa de agua, nos mostró su poderosa sonrisa, tranquilamente se recolocó en la silla. Eso me hizo situarme psicológicamente. Mientras encendía la grabadora y se la acercaba, me iba haciendo a la idea de que tenía delante a uno de los pesos pesados de Hollywood, dispuesto a contestar a los mil y un interrogantes que tienes como crítico de cine. Por tu mente comienzan a pasar todos sus títulos, su nuevo trabajo, y van surgiendo las preguntas que hacerle, como las que ahora podéis leer…
Esta pregunta es obligatoria…¿Por qué motivo al realizar esta nueva adaptación de la novela de Larsson no la ha llevado al territorio norteamericano como se suele hacen en otros casos?
No era posible hacerlo. Son muy distintas tanto la política como la dinámica sexual, esto hace inviable ubicarla en otro punto geográfico, sobre todo porque las relaciones entre hombre y mujeres son diferentes, son especiales. Allí si abres una puerta para que la mujer pase antes, te puede mirar como que estás loco, y las mujeres en los bares a la hora de ligar suelen llevar la iniciativa. Luego es totalmente diferente al carácter de los norteamericanos.
En muchas de sus películas como “El club de la lucha”, “Zodiac” o “Seven” versan sobre la violencia. Nos gustaría saber ¿dónde sitúa usted el límite entre lo que se puede mostrar o no al espectador?
A mí me gusta mostrar la menor violencia posible, en el sentido que cada vez que hay una escena violenta procurar que no te deje indiferente pero que te choque de verdad. Para mí el mayor cumplido fue cuando enseñé la escena de la segunda violación a los productores, Emile Pascal me dijo que no había visto nada que la ofendiera pero me confesó que la había perturbado e impactado muchísimo. Luego, la idea es entrar en la escena, ir al grano, y buscar el impacto de la escena violenta en la globalidad del largometraje, cómo se integra para tener ese impacto en el filme. A veces, la violencia puede ser graciosa, como la del trío “The three stoges”, que por cierto me encantan. Pero también se puede disfrazar como drama, pero es sólo violencia.
En películas como “El club de la lucha”, “Seven” o en los títulos de crédito iniciales de su nuevo trabajo hace uso de las imágenes subliminales, ¿cree en su efectividad? ¿Cuál es su propósito, porque Kubrick en “La naranja mecánica” lo hacía con un motivo artístico?
Kubrick lo hacía con un componente artístico, y en mi caso es con fines comerciales (Risas) En cuanto a las imágenes subliminales no sé si existen hoy en día. No comprendo realmente lo que significa porque la gente tiene una respuesta pauloviana a los trailer de las películas y la gente, hoy en día, reciben y absorben la información y los datos muchísimo más rápido que antes. Entonces, quizás, casi podríamos afirmar que no existen.
Trent Renzor y Atticus Rosss se han convertido en uno de los pilares de su narrativa ¿Cómo es su relación con ellos y sobre todo, cómo trabaja con ellos?
Poseo una forma de trabajar con ellos muy distinta a la que he tenido con otros compositores, porque por lo general todos los compositores suelen elaborar la banda sonora cuando el largometraje está hecho y montado. Por el contrario, Trent y Atticus empiezan a partir del guión. En el caso de la “La red social” fue distinto porque ya estaba todo muy iniciado cuando se incorporaron, pero a pesar de esas circunstancias tan particulares, ellos me hicieron distintos bosquejos o ideas de música para ver como funcionaban en las distintas secuencias, mientras que otros compositores suelen ser más meticulosos con los detalles a la hora de elaborar la música. Y en “Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres” partieron directamente del guión, eso me permitió estar rodando mientras escuchaba la música ya hecha.
¿Cuándo se dio cuenta que Rooney Mara era una gran candidata a convertirse en la mejor Lisbeth Salander posible? Y ¿cómo trabajaron el personaje?
Pues Lisbeth es realmente tímida y evita el contacto personal con los demás, y Rooney tiene en común eso con el personaje, es muy reflexiva. Pero no es una persona que tenga dudas, se lo piensa mucho y luego actúa. Eso es algo que también tienen en común. Así que fue fácil sumergirse en el personaje. Es más, cuando decidí darle el personaje, tenía mi IPod y el dije esta es la nota de prensa que vamos a dirigir a los medios de comunicación, que te acabamos de dar el papel, y le pregunté ¿está de acuerdo? ¿no quieres 20 minutos para pensártelo? Y me respondió No, no, estoy de acuerdo. Así que se fue en avión a Estocolmo, allí desapareció durante cinco semanas, cogió un apartamento, aprendió kickboxing y también le dije que aprendiera a andar como un chico de catorce años. Así que se le ocurrió aprender skateboard, que como sabéis es muy importante mantener el equilibrio, me asombra de esos chicos jóvenes su capacidad de girar por aquí por allí, que parece que se van a caer y nunca se caen, y tienen ese particular sentido del equilibrio. Pues Rooney aprendió esa técnica, pero también tenía que clavar el acento del personaje. Y cuando llegamos a rodar cinco semanas después prácticamente allí estaba Lisbeth. Le pusimos los tatuajes, los piercings, la vestimos de forma apropiada, y sólo quedaba darle cuerda para que empezara a andar como Lisbeth.
No sabemos si es temprano pero ¿hay posibilidades de que haga la trilogía?
No, pienso las cosas de una en una. Ahora estoy buscando guiones, porque lo que me interesa realmente son los grandes guiones.
Los títulos de crédito en sus películas parecen auténticos cortometrajes, te cuentan lo que vas a ver después. Cuando usted escribe el guión ¿se lo plantea?
Pues en este caso, teníamos dos minutos y veinte segundos de música, y tenía claro que tenía que haber oscuridad, sensación de asfixia, motos y cuero. Así que me fui a ver a un amigo que posee una compañía de animación y le dije que quería también plasmar además, el ambiente de las pesadillas de Lisbeth. Pensaba en diversos elementos como puede ver, el padre ardiendo, Gottfried ahogándose, cómo se relaciona Lisbeth con el mundo a través de la tecnología, las flores, las motos y las camisas de fuerza. Así que escogimos estos veinticinco elementos claves, se los di, y le dije aquí hay un poco más de medio millón de dólares, unos seiscientos mil dólares, hazme un corto.
Títulos de crédito iniciales de “Millenium: Los hombres que no amaban a las mujere”