Vuelve a las pantallas uno de los directores más personales de nuestro país. Tras su último, trabajo Sangre de mayo, José Luis Garci ha pasado cuatro años preparando lo que será su decimonoveno largometraje y promete no dejar indiferente a nadie. Se titula «Holmes & Watson. Madrid Days» y narra el hipotético encuentro entre el mítico detective creado por Arthur Conan Doyle y Jack el Destripador en la capital española.
En el film, además de Gary Piquer, José Luis García Pérez, Víctor Clavijo o Jorge Roelas, cuentan con papeles destacados dos amigas de Videodromo como son Macarena Gómez y Leticia Dolera. Siempre resulta interesante trabajar con un director de la trayectoria y altura de Garci, y así nos lo destacó Leticia en la entrevista que le realizamos con motivo del estreno de «Rec3: Génesis» y que más abajo te enlazamos para que puedas volver a escucharla.
En cuanto a Holmes & Watson, no hay mejor forma de definirla que en palabras de su propio director: «¿Qué es Holmes & Watson. Madrid Days? Repito: nunca voy a saberlo. Puedo certificar que la rodé con alegría, buscando esa sencillez con que escribe Sommerset Maugham, la claridad de Hawks en Tierra de faraones y la humildad de Zurbarán en cualquiera de sus pinceladas, pero, claro, ignoro si el placer que yo sentí se transmitirá al proyectarse un fotograma tras otro. Sí sé ahora, cuando se cumplen ¡treinta y cinco años! de mi debut como director, que para enfrentarte con garantías a una película necesitas, sobre todo, voz (propia, firme), buen oído y sentimiento. Como hace más de una década que no he pasado revisión médica, no sé, de verdad, si oigo igual de bien o hablo ya farfullando al modo de los intérpretes del Actor’s Studio».
Es irresponsable pedir que esta aventura llamada Holmes & Watson. Madrid Days, con un metraje de dos horas y pico, sea joven, ágil, jubilosamente nostálgica y un poco descuidada; sin embargo, anoche vi una estrella fugaz, cerré los ojos y le pedí el milagro. Así están las cosas. Por último, añadir que he pillado a Holmes cansado y como distraído, nada frecuente en él, y a Watson, aún casado en segundas nupcias, igual de enamoradizo. Es evidente que los dos tienen un secreto allá al fondo, al final de esa especie de timidez en la que ambos se escudan. En fin. Dos tipos irreemplazables. De esos que te hacen un gran bien físico y moral estar a tu lado.»