Killer Joe es una joya que no se explica que haya pasado tan desapercibida. Aunque no podremos verla en cines sí podremos disfrutar de ella en Filmin. A continuación te explicamos por qué vas a quedar encantado de verla.
Cuando Chris es acosado por los mafiosos que quieren recobrarse sus deudas siente un momento de lo que para él es brillantez mental: su nuevo acometido será contratar a un asesino a sueldo para matar a su madre, y que así su hermana, heredera del seguro de vida de su progenitora, reparta entre el resto de miembros de su familia (hermano, padre y su nueva esposa) el montante de 50.000 dólares. En Killer Joe la depravación moral se sustenta en la rotura ética de comienzos inciertos, como un redneckismo que se extiende en el fallo del servicio social que nadie parece haber ejercido, generando microclimas de pragmatismo despectivo con la vida humana.
La historia se basa en una obra teatral de Tracy Letts, quién también la adapta a la gran pantalla (y lo habrá hecho anteriormente con el mismo director en Bug), y con este principio Friedkin denota su madurez exquisita en la puesta en escena, y con una pasión notable El mayor talento de la película se encuentra en la maestria de la cadencia, ya que aunque su argumento es hiperconvencional (mero pretexto para desarrollar todo su potencial en los cómos) las tomas son arriesgadas, tanto para el director como para los espectadores, que nos colocan de frente y sin censurar los traumas (varios para cada personaje) que golpearán a los protagonistas. La única pega que le encontraremos será que si bien con la depravación moral como bandera su cinismo es algo chusco (no todo el mundo puede, ni debe, ser Tarantino), pero aún con eso el humor negro funciona.
El pudor es un lujo que le está siendo arrebatado a la joven basura blanca. Para Chris (Emile Hirsch) será el reconocimiento de pobredumbre mental en la que se encuentra inmerso junto con toda su familia, como una admisión de su clase y condición contra la que no podrá luchar. Para la bella Dottie (Juno Temple) será el saberse mujer, quebrada y subyugada a los deseos sexuales masculinos por un lado y a la avaricia de sus familiares por el otro. En el otro lado están los mayores, el matrimonio Ansel (Thomas Haden Church) y Sharla (Gina Gershon) los cuales parecen demostrar que ellos ya pasaron por el trago y que ahora, entre mansos y vengativos, mantendrán este sistema de valores para con sus hijos, perpetuando el status quo tóxico y destructor, borrando cualquier duda de una posible redención de este decarriado clan. Mientras tanto, Killer Joe se limita a servir de brazo ejecutor, como un oráculo, un genio de la lámpara, y también, como un trajeado diablo.
El reparto tiene bastante interés, no sólo por sus buenas actuaciones, sino también por lo acertadísimo del casting, sobre todo en el trío central del filme. McConaughey, con esos ecos de gallardo romántico al que nos tiene acostumbrados en el cine que hace nos demuestra que ser un hombre honesto y de principios no significa necesariamente ser una persona bondadosa, y Juno Temple nos transmite sentimientos más allá de la fragilidad, algo más cercano a la desconexión real como cicatriz que esconde un núcleo familiar profundamente corrupto.
Killer Joe: donde la ropa interior es un accesorio perfectamente prescindible, donde la grasa estética cala hasta la médula, donde un muslo de pollo encuentra su lugar en el erotismo, y donde el final abierto te dejará completamente desamparado. Esconde a tus demonios y tus muertos en el armario. Y que viva Texas.
Nota Killer Joe: 7
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La primera vez la vi en Sitges ’11 y me fascinó. La volví a ver hace poco y me pareció mucho más vacía de lo que me había parecido. Pero McConaughey (por mucho que me duela admitirlo) y Juno Temple están extraordinarios.
La verdad es que Matthew McConaughey no es santo de mi devoción, es un actor que me estomaga bastante, y tras leeros tengo unas ganas inmensas de verla.