Mar. Mar 19th, 2024

«¡Puta!» «¡Guarra!» «¡Cerda!» «¡Zorra!»

¿Dónde hostias estoy?

Son pasadas las diez de la noche del 17 de septiembre de 2015. Estamos en los Cines Palacio de la Prensa de Madrid. Estoy comiéndome una caja enorme de palomitas mientras proyectan «The Room» (Tommy Wiseau, 2003) y a mi alrededor la gente le grita a la pantalla, a uno de los personajes, que es una puta, que es una guarra, que es una cerda, que es una zorra.

¿Qué hostias está pasando?

«The Room» es un despropósito brutal, una película mal rodada, mal montada, mal dirigida, mal actuada y mal escrita que nace de un Creador, con mayúsculas, que se llama Tommy Wiseau. Director, protagonista, productor y guionista (y alma, joder, ALMA), Tommy Wiseau ha pasado a la historia del cine como el tipo que pasó de promocionar su película absolutamente convencido de que era una Obra Maestra(tm) a venderla como «bueno, esto es lo que cualquiera que la vea quiera que sea» cuando se percató de que podía sacarle rentabilidad más allá de intentando llevarla a los Óscar (en serio). Costó seis millones de dólares, estuvo en cines en Estados Unidos un par de semanas y apenas sí recaudó 12.000 machacantes. Tremendo éxito. Ahora, Wiseau ha cambiado el modelo de negocio y, dejando atrás las aspiraciones artístico-trascendentales, lo mismo te vende sus calzoncillos oficiales Tommy Wiseau que se presta a realizar un evento como el de Madrid anoche, donde desde el principio se fijó una idea muy clara: mofarse al máximo, cuando más alto mejor, de The Room.

La organización del evento se ha esforzado mucho para traer este máximo exponente cinematográfico (verla en tu keli, descargada vía Torrent o despues de buscar «ver The Room online«, no mola ni la mitad que verla en masa) a nuestro país y convertir la proyección en una fiesta. Repartieron globos para usar en una escena concreta, «cucharas» de papel para usar en otras y, durante la proyección, ejercían de regidores y voceaban de vez en cuando para calentar la sala, indicar el momento en el que había que usar los globos y las cucharas y llamaban la atención sobre las frases más brutales del guion. Vamos, un audience participation en toda regla.

Antes de comenzar la película, subió al escenario un tío al que presentaron como mayor experto en «The Room» en España, que básicamente nos contó lo que ya sabía cualquiera que hubiese leído The Disaster Artist, el libro dedicado a «The Room» que firma el actor que da vida a uno de los protagonistas de la cinta. Tras unas cuantas anécdotas, otro de los organizadores nos explicó el funcionamiento colectivo de lo que iba ocurrir y nos instó a gritar a la pantalla, ya fuese un «puta», un «guarra» o lo que quisiésemos.

Toni McGinty, cómico y presentador del evento de The Room en Madrid, ha dejado un comentario en este artículo rebatiendo mi recuerdo: «Fui quien dio algunas pautas para la interacción con la película. Y no sólo no incité a que la gente gritara eso, sino que EXPRESAMENTE pedí que no se pusieran a gritar “puta” o “guarra” cada dos por tres. En parte por la misoginía que supone, en parte por respeto a Juliette Danielle, que bastante tuvo, la pobre, y en parte porque creo que la película ya es ridícula para reirse de ella en sí sin pasarse los 99 minutos gritando. Mi opinión personal es que hay que saber escuchar la bazofia que es The Room para realmente disfrutar el no disfrutar que es el filme.

¿Que el pase fue una salvajada? Sin duda. Cuando lo pasamos hace unos meses, ante un público mucho menor en el Artistic Metropol, los productores de “Room Full of Spoons”, a quienes conocí hace cuatro años en un pase en Nueva York, quienes llevan desde entonces siguiendo a todo el equipo de The Room, y quienes vinieron a cubrir el evento, dijeron que fue el pase más salvaje que habian visto. Y lo han seguido por todo el mundo. El pase del jueves superó a ese en locura. De poder haber elegido yo, habría elegido ver la película de manera tan ruidosa? No. Es más, (aparté de que las palabras “puta”, “guarra” o “tetas” jamás salieron por mi boca durante el pase), en varias ocasiones pedí callar al público para saborear los momentos realmente “gloriosos” del filme sin interrupción. Pero el caso es que, la película ya pertenece al público (que, como bien has dicho, es básicamente la postura de Tommy), y reaccionarán como reaccionarán. No sé si pretendes que echemos la bronca a personas adultas por palabras que han escogido decir libremente cuando yo les pedí expresamente que no lo hicieran (y si lo pretendes, no comparto esa opinión), pero desde luego decir que lo incitamos nosotros no es verdad».

Creo que con este testimonio queda claro lo que pasó. Aprecio que una de las personas que ayudó a montar el evento dé testimonio de que, efectivamente, el pase fue una salvajada.

Nuestra fila, compuesta por cinco irreductibles fans del filme a quienes no les mola lo de utilizar insultos putófobos contra una (mala) mujer porque sabe que las connotaciones no son baladí y hay palabras más precisas, muestra su descontento desde el primer momento a voz en grito. «¿Cómo que zorra y guarra?»

The Room en Madrid
Prueba irrefutable de que fui a ver The Room en Madrid.

Puta y guarra, cabrón y cerdo: los personajes de «The Room»

No hay necesidad alguna de intentar describir con precisión «The Room» usando palabras escritas, pues es autoexplicativa una vez proyectada. Sin embargo, para entender por qué durante toda la proyección de anoche se oyeron gritos de «zorra» y «cerda» vamos a echar un vistazo a los personajes de The Room y a su guion.

La historia, en un principio, trata de que Johnny (Tommy Wiseau) tiene una novia, Lisa (Juliette Danielle), que, a sus espaldas, se acuesta con el mejor amigo de Johnny, Mark (Greg Sestero, autor del libro The Disaster Artist), porque ya no está enamorada de su churri.

Supongo que ahora lo entendéis todo.

Ante la situación de engaño que vive Johnny, la audiencia gritó puta, guarra y zorra a Lisa. Nuestra fila de irreductibles estaba convencida de que las cosas no son blanco y negro y de que dos no pelean si uno no quiere, así que ¿por qué cuando aparecía Mark nadie le insultaba? El cabrón es el mejor amigo del protagonista y se acuesta con la novia de este sin que él lo sepa. «¡Mal amigo!» «¡Cabrón!» «¡Tío mierdas!» Contraatacamos los insultos machistas con toda nuestra potencia de fuego. A mi lado, Silvia (que a lo mejor sí que es la mayor experta en «The Room» de España) iba con todo; cada vez que salía una teta y la gente gritaba «TETAAA» ella permanecía en silencio hasta que aparecía un pectoral masculino, momento en el que aprovechaba para gritar «TETAAA» o «PERO QUÉ PEZONES MÁS FEOS», aunque la peña no le seguía el rollo.

Volviendo a los «putas» y «cerdas», ¿por qué, ante una ruptura del acuerdo de fidelidad de una pareja, la que engaña es una puta pero el amigo del novio que se acuesta queda libre de todo pecado? Tiene que ver con nuestra educación emocional y relacional, con cómo todavía asociamos roles determinados diferentes a hombres y mujeres, con cómo todavía queda el poso grisaceo y viejo de pensar que ellas son manipuladoras y nosotros más físicamente violentos.

Pero no es solo lo que vemos en la película a lo que debemos prestarle atención, sino también la intencionalidad del relato. Cuando Tommy Wiseau promocionaba su película hace más de 10 años, utilizaba sin pizca de ironía las mismas frases que su personaje en «The Room». Dicho de otro modo, Tommy Wiseau no está únicamente interpretando a Johnny en la película, sino que Johnny es el propio Wiseau.

Mientras que el cine suele ser un esfuerzo colectivo donde atribuirle todos los males (o los bienes) del resultado final a una única persona (el director o el guionista, habitualmente) es erróneo (el compositor de la BSO, el montador, el director de fotografía, los actores, los técnicos, peluquería, atrezzo, vestuario… son también responsables de la pieza única que vemos finalmente), en el caso de The Room estamos ante un monstruo macrocefálico. Tommy Wiseau es «The Room» y «The Room» es Tommy Wiseau. Cuando Johnny dice que si nos amásemos más entre todos, el mundo sería un lugar mejor, son palabras de Wiseau (y, es cierto, Wiseau usaba esta frase en su promoción).

Cuando Tommy Wiseau cuenta la historia del pobre diablo que no ha hecho nada mal, que solo ama a su novia, que hace TODO por ella, que le regala flores, que adopta a un chaval huérfano… estamos ante un relato maniqueo que hemos escuchado demasiadas veces: yo era un tío muy bueno y ella se fue con mi amigo, la muy puta. Lo jodido de todo esto es que no nos demos cuenta de que ese relato es tremendamente turbio y de que bebe directamente de la sociedad machista en la que nos movemos: ni tú serías tan bueno, ni ella es una puta, ni tu amigo está libre de toda culpa.

Yo pensaba que esto estaba más o menos claro, pero al ver cómo durante la proyección se insultaba a Lisa no se me ocurrió mejor forma de mostrar mi descontento gritando, justo en un momento de receso, cuando nadie voceaba, «mucho resentido hay aquí».

Por Víctor Martín-Pozuelo

Al final, me dedico al marketing, al final.

11 comentarios en ««Mucho resentido hay aquí» – Crónica del evento de «The Room» en Madrid»
  1. Me ha recordado claramente a lo que viví hace unos años asistiendo al sing along de «The rocky horror picture show» cuando nos invitaban a gritarle zorra a Janet. Me indignó bastante pensar que una película que prende estar por encima de convencionalismos y opresiones acabase teniendo espectadores que le gritaban zorra a una mujer por algo que aún a día de hoy no comprendo.

  2. Ayer estuve en la proyección y es cierto que en el aspecto que comentas la cosa se iba un poco de las manos. Pero creo que al final se cebaban tanto con la chica como con el amigo. Por no decir que es la propia película la que pone a los dos principales personajes femeninos (Lisa y su madre) como dos arpías de las chungas. Más allá de la calidad de la película, diría que o Wiseau no ha tenido una relación en su vida, o si la ha tenido, ha digerido muy, muy mal su final. Porque si se tiene a sí mismo por un tipo perfecto, tela, y si la idea de las mujeres que tiene es la de tipas caprichosas, peseteras y que, si se sienten libres, se dedican a putear a los hombres, más tela aún.

    Con ello no quiero disculpar el cómo el público sacó la vena más rancia, a mí también me chocó mucho lo rápido que se engoriló la gente, pero creo que probablemente se lo tomaban más como un juego (un todo vale con la peli, que es como se planteó el evento) que como la oportunidad de ajustar cuentas con el género femenino.

    Pero me parece bien reflexionar sobre lo que comentas. Se pude disfrutar de forma loca con una peli sin necesidad de tirar por esos derroteros de machismo cañí.

  3. Yo no he tenido el placer de disfrutar del evento, pero al final se demuestra que Ortega en cierta medida tenía razón, el individuo en la masa se despersonaliza en cierto grado y altera su escala de valores y creencias, y es así cuando a lo mejor un chico saca el machismo más rancio que lleva dentro, y a lo mejor en su vida cotidiana no lo es.

  4. Normalmente intento evitar lios, pero me veo obligado a responder a algunos de los comentarios de tu articulo.

    Para empezar, sí, Oso insiste en decir que soy el mayor experto en España de The Room. Yo no sé si será verdad o no (y, como bien dije en el evento, tampoco creo que tenga tanto mérito), pero desde luego no creo que puedas juzgarme por lo que dije en el evento. Sí, la mayoria de las cosas que dije figuran en «The Disaster Artist», pero, como establecí al principio de mi intervención, la gran mayoria de los asistentes ni siquiera habian visto la pelicula. Por lo tanto, los datos que di me parecieron suficientes para abrir el apetito para el engendro que venia a continuación. Podia haber dado un discurso de horas para satisfacer mi propio ego, pero no venia al caso. Si Silvia se considera mayor experto sin conocerme de nada, pues perfecto.

    Lo más preocupante, sin embargo, es la acusación de que uno de los organizadores salió tras mi intervención para incitar a que el público gritara «puta o «guarra». La última persona en hablar antes de la película fui yo. Yo fui quien dió algunas pautas para la interacción con la película. Y no sólo no incité a que la gente gritara eso, sino que EXPRESAMENTE pedí que no se pusieran a gritar «puta» o «guarra» cada dos por tres. En parte por la misoginía que supone, en parte por respeto a Juliette Danielle, que bastante tuvo, la pobre, y en parte porque creo que la película ya es ridícula para reirse de ella en sí sin pasarse los 99 minutos gritando. Mi opinión personal es que hay que saber escuchar la bazofia que es The Room para realmente disfrutar el no disfrutar que es el filme.

    Que el pase fue una salvajada? Sin duda. Cuando lo pasamos hace unos meses, ante un público mucho menor en el Artistic Metropol, los productores de «Room Full of Spoons», a quienes conocí hace cuatro años en un pase en Nueva York, quienes llevan desde entonces siguiendo a todo el equipo de The Room, y quienes vinieron a cubrir el evento, dijeron que fue el pase más salvaje que habian visto. Y lo han seguido por todo el mundo. El pase del jueves superó a ese en locura. De poder haber elegido yo, habría elegido ver la película de manera tan ruidosa? No. Es más, (aparté de que las palabras «puta», «guarra» o «tetas» jamás salieron por mi boca durante el pase), en varias ocasiones pedí callar al público para saborear los momentos realmente «gloriosos» del filme sin interrupción. Pero el caso es que, la película ya pertenece al público (que, como bien has dicho, es básicamente la postura de Tommy), y reaccionarán como reaccionarán. No sé si pretendes que echemos la bronca a personas adultas por palabras que han escogido decir libremente cuando yo les pedí expresamente que no lo hicieran (y si lo pretendes, no comparto esa opinión), pero desde luego decir que lo incitamos nosotros no es verdad.

    Por último decir que hablo únicamente por mi mismo, no en representación de ningún otro presente en el pase.

    1. Hola Toni, muchas gracias por tu comentario.

      El tema del mayor experto en The Room en España era un poco de coña, no sé si lo eres, no sé quién lo será, no sé si eso se puede medir. Sin más. Es que los argumentos de autoridad me hacen gracia.

      Sobre tu actuación en el evento, creo que merece la pena que tu testimonio aparezca en el artículo, sobre todo porque rebates lo que yo recuerdo. Bajo estas líneas, Javi de Las Horas Perdidas coincide contigo. No era mi intención acusar a la organización de nada, pero ya veo que es lo que parece.

      Además, creo que queda bastante clara tu postura. Obviamente, no vas a llamar la atención a gente adulta que ha decidido usar ciertas palabras. El público convirtió el evento en lo que fue, y vaya tela.

      Un saludo.

  5. Quería añadir, que se me ha pasado comentarlo, que no recuerdo que por parte de los organizadores no recuerdo que se calentara el ambiente del modo que comentas.

    Si mal no recuerdo comentaron que ha había habido pases previos donde eso había pasado (lo de gritar zorra y puta), pero que no era plan de pasarse la peli en ese plan. Quizás, al mencionar la anécdota, la gente se sintió invitada al desparrame en ese aspecto, pero sinceramente no recuerdo que lo alentasen.

    1. Gracias por tus comentarios, Javi.

      Me alegra que coincidas en que, efectivamente, está bien llamar la atención sobre este asunto. Obviamente, engorilarse y liarda parda y que el ambiente contribuyese a ello es una forma de explicar lo que pasó. No creo que el público que se dedicaba a gritar sistemáticamente insultos machistas contra los personajes femeninos estuviese intentando ajustar cuentas con las mujeres, pero sí que me parece que es un reflejo de la sociedad en la que vivimos, y me parece muy obvio, supongo que te acordarás, que el nivel de caña que se daba a unas no era el mismo que el que se daba a otros.

      Entiendo lo que dices de la organización, pero sí que recuerdo que se animó al público a montarla. Es curioso, porque yo esperaba otra cosa. Tal vez porque ya había visto la película, me esperaba un montón de gente coreando los O HAI MARK y los I DID NOT HIT HER, I DID NOT! en lugar del barullo continuado que se formó. No sé si eso era posible redirigirlo o si simplemente era incontrolable. Fallo mío por llevar expectativas, está claro; al final cada pase con audiocomentarios de la audiencia es diferente. Recuerdo algunos Trash entre amigos donde sí había varias personas (de la organización) llevando la vez cantante en cuanto a comentarios; no fue el caso, entiendo que tampoco era la idea copiar ese modelo, pero no puedo evitar pensar en ello como evento similar un poco menos agresivo.

      Un saludo!

      1. Yo también pensé que la cosa sería más sosegada y pudiendo escuchar mejor las grandes frases de la peli, pero es que tal y como se vio durante la presentación, juraría que el 80% de la sala no había visto nunca la peli, por lo que en vez de estar atentos a esos momentos (que los conocemos los que la hemos visto), se dedicaban al jolgorio permanente. No tengo nada en contra, que para eso era una proyección de coña, pero es cierto que se perdían muchas de las cutreces más genuinas de la peli.

        Con todo, creo de verdad que sí, quizás hubo más saña con la muchacha, pero era lo más obvio de la película y Wiseau retrata a las mujeres al mismo nivel que escribe escenas. Salvo por la amiga que va a casa de los protas a montárselo con el novio monguer, el resto de mujeres responden al rancio «todas putas». Para Wiseau la novia es una cabrona sin corazón y la madre una arpía pesetera metomentodo.

        Ya digo que no pretendo justificar ninguna cosa fuera de lugar, pero creo que la gente que no conocía la película se reía de lo más obvio, que eran esas cosas que la peli subraya sin disimulo.

        Ojalá en una futura nueva proyección haya más espectadores que conozcan la peli y prefieran disfrutarla de una forma más genuina.

  6. Me va a disculpar el autor de este artículo (que más bien parece una campaña de desprestigio minuciosamente orquestada) pero debimos ver la película desde dos dimensiones paralelas completamente diferentes en las que publicó y organización se comportaron de manera distinta.

    Nadie hizo arenga alguna al respecto de lo que aquí denuncia. Otra cosa es que usted ya viniese con el rifle cargado. A juzgar por la premura con la que se apresuró a publicarlo se diría que casi lo traía escrito antes de empezar la proyección a falta de contrastar algunos datos para darle cierta pátina de veracidad.

    No sé a quién beneficia usted al redactar esto, pero no se da cuenta de que solo se tira piedras contra el tejado de su propia credibilidad.

    1. Buenos días, Antonio.

      1. No puede ser una campaña de desprestigio minuciosamente orquestada porque creo que, por definición, escribir un post en una web en forma de crónica no es ni campaña, ni de desprestigio, ni es orquestar minuciosamente nada. Es, bueno, escribir un post en una web.

      2. Yo no voy con el rifle cargado a ningún sitio y estoy a favor de las políticas de control de armas; las metáforas belicosas son siempre turbias. Me apresuré a publicar esto porque la premura es básica a la hora de tratar de forma periodística la información. Publicar una crónica de un evento una semana o un mes más tarde del acontecimiento tiene menos sentido que hacerlo al día siguiente. Vamos, esto lo hace cualquier medio de comunicación medianamente normal.

      3. ¿Que a quién beneficio? ¡A LAS MULTINACIONALES, A LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA, AL LOBBY MASÓN Y A SPECTRA! No, hombre, esto solo tiene como objetivo informar de algo que sucedió. Lo bonito de que sea en forma de crónica es que dejo claro que la información pasa por el filtro de mi subjetividad. Esto solo beneficia a quien quiera saber qué pasó en el evento, más allá de los «OMG MEJOR EVENTO DE LA HISTORIA!!!», que es lo único que se estaba diciendo al respecto.

      1. Lo que usted diga. Pero por mucho que se maneje con la prosa florida, la realidad es que con su artículo está faltando a la verdad. Y ante eso no tiene defensa posible por muy ingenioso que se crea.

        Aquí todos tenemos una opinión y estamos en el derecho de ejercerla. Otra muy distinta es que los fundamentos de su opinón estén basados en una mentira.

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