Con motivo de su próximo lanzamiento en DVD a través de Cameo, os hablamos de Screamplay, una de las películas más radicales y extrañas del cine contemporáneo.
El germen de Screamplay
Cuando se es joven, las ganas de comerse el mundo son infinitas, apetece dejar todo lo que uno tiene seguro, coger la maleta e ir en busca de los sueños que, parajodicamente, no te dejan dormir. El protagonista de nuestra historia era uno de esos jóvenes. Nacido en Boston, su nombre, Rufus Butler Seder y su historia, singular dentro de la historia del cine, comienza en un viaje a Hollywood para probar fortuna como guionista, tras haber estudiado en el American Film Institute y granjearse una fama local a base de cortos experimentales. Allí pasaría mil historias, generaría millares de anécdotas pero, lo más importante, hizo un buen amigo: Dennis M. Piana. Junto a él retoma una historia que creó en la década de los 70 junto a Ed Greenberg, un guionista colega y que desembocaría, posteriormente, en Screamplay: una obra radical, poderosa e imaginativa, única, de culto, hecha con muy poquito dinero pero con toda la ilusión del que, por aquel entonces y con esa edad, nada tiene que perder y mucho que ganar.
La película es un hecho
Imagino que dinero poco tendrían. De vuelta a Boston, Rufus y Dennis se embarcan en el maravilloso proyecto de hacer realidad Screamplay: la historia de Edgar Allen (guiño al celebre Poe), un joven guionista que marcha a Hollywood en busca de su futuro en la meca del cine y que acaba de mantenimiento en un motel de mala muerte, viéndose envuelto en una delirante historia de crímenes trufada por un grupo de secundarios bastante peculiares: dos actrices, una bonita aprendiz con ganas de triunfar (de nombre Holy, nada casual) y una ya en declive; un excéntrico predicador que alerta del peligro nocivo de Hollywood como si de una Sodoma moderna se tratara; un embaucador que se pasa toda la película en batín y un actor, novio de Holy, un canalla chulo y pendenciero que encarna el éxito.
El señor Pianna se encargó de ser el malo de la película, o sea, el productor, asegurándose de que tuviese todo lo que el espectador de la época demandaba: sangre, desnudos, un poco de acción y otro de risas. Su método de trabajo fue similar al que se procuró Sam Raimi para su ópera prima Evil Dead: rodó una sola bobina y fue con ella, despacho tras despacho, embaucando a los ejecutivos, vendiéndole aquello como la gran obra que estaba destinada a ser… aunque pocos la vieron de ese modo. Y así fue porque, a pesar de las exigencias de Pianna para que aquello fuese del gusto de la mayoría, las inclinaciones artísticas de Rufus Seder eran otras, sin duda, menos »comerciales»: Siempre fue un adicto a los trucajes ópticos del cine de Mélies, el blanco y negro del expresionismo alemán, el cine de terror, y así quiso dejar constancia en Screamplay. Ocupándose de la dirección, el montaje, el guión, la dirección artística y el sonido, su huella más personal se tradujo en el tratamiento estético de la cinta: Screamplay es un viaje hipnótico por el grano y el blanquinegro de las películas alemanas de principios del siglo XX. Esos blancos tan blancos que cegaban y esos negros tan negros que presagiaban malos momentos y que, en conjunto, dotaban a películas como Nosferatu, El Gabinete del Doctor Caligari o El Golem, explícitamente homenajeados en Screamplay, de una atmósfera única e irrepetible. Además, Seder no escatimó en usar todo tipo de trucajes que tuviese a mano, usando grabaciones de su viaje a Hollywood para superponerlas a los personajes.
Toda la película se rodó en interiores y todo lo que vemos es un prehistórico croma fantasmagórico. Como personaje principal de la película que él mismo protagoniza, Seder le una impronta de actor alemán, histriónico, con unos ojos diabólicos y unos gestos en manos y brazos como si de un titiritero se tratara. Así pues, no se trató de un plato fácil de digerir para el gran público: sí, había sangre; por supuesto, desnudos y sexo; acción… bueno, digamos que tiros se escuchan. Pero aquello no era el típico subproducto de la Cannon en el que vemos a un soldado vengándose del escuadrón que viola a su esposa: esto era puro arte y ensayo, por mucho que Dennis Piana implorara para que pudiese pasar por un producto con pretensiones taquilleras. Por ejemplo, uno de los signos de que aquello no era lo típico lo encontramos en la elección del co-protagonista, el conserje de los apartamentos donde Edgar Allen se encarga del mantenimiento y tiene contacto con el resto de huéspedes: se trata ni más ni menos que de George Kuchar, recientemente fallecido y uno de los estandartes del cine underground norteamericano junto a Warhol, Jonas Mekas o Kenneth Anger,
Su vida comercial
Una vez tuvieron terminada la película, se estreno en el festival de cine independiente de Nueva York junto a cintas como Sangre Fácil, el debut de los hermanos Coen. Los estudios New Line, soprendentemente, se fijaron en ella. Querían distribuirla. Nuestro amigo Rufus no cabía en sí de gozo: vería como su paupérrimo proyecto de 16mm pasaría a la pantalla grande en glorioso 35mm. Pero no fue así: los magnates se echaron atrás viendo las desastrosas críticas que se le hizo a la cinta tras su paso por el festival de cine de Boston. Y aquí es donde entra en juego la productora Troma.
Ya todos sabéis qué es Troma, la productora más rentable de la historia del cine americano. Decir Troma es decir Vengador Tóxico o Sgt. Kabukiman; es decir tetas y sangre, humor estúpido, chicas en bikini, surfistas nazis; es decir máxima rentabilidad por película. Al mandamás de la casa, Lloyd Kaufman, le gustó. Me imagino que, sin duda, lo que más llamó su atención fue la chica protagonista, una actriz llamada Katy Bolger con un carisma y un cuerpo, que en la cinta desnuda parcialmente, para enmarcar. Compró Screamplay, según parece metió mano en el montaje, le puso el sello Troma, con todo lo bueno y malo que ello conlleva y la reestrenó en 1985, convirtiendo a Screamplay en, indudablemente, la mejor película que lleva el sello de la casa en toda su historia. Rufus Seder, no estaba muy contento conque una empresa como Troma metiese las zarpas en su niño pequeño. Además, tampoco es que estuviese muy feliz con el resultado final de la película. Nada que objetar con los efectos visuales pero le parecía aburrida y con malas actuaciones. A pesar de todo, había conseguido lo que quería: hacer una película, una obra que aunara sus pretensiones comerciales y artísticas, y que encima se estrenara. En total se gastaron $45.000 de los cuales $20.000 fueron a parar a una factura médica de George Kuchar (cuando vean la película, fíjense al final, y ya verán por qué acabo en el hospital).
¿Qué ha sido de Rufus Seder?
Y eso fue todo, en lo que respecta al cine. Para la mayoría, Screamplay supuso su único acercamiento al celuloide. Incluido el director, que solo hizo esta película. No obstante, pudo dedicarse, en cuerpo y alma, a lo que más quería en el mundo, a lo que él llamaba “la plasticidad de la imagen en movimiento”. Fundador de la web Eye Thinkin, Inc. ha sido inventor y ha creado lo que él mismo llama LIFETILES, murales con azulejos de cristal que recrean imágenes si el espectador los mira mientras camina; además cuenta con patentes en el mundo de la óptica y ha editado libros con representaciones de dichos murales: un ejemplo de ellos es Gallop, del que ha vendido dos millones de ejemplares en 16 países de todo el mundo.
Motivos para ver Screamplay
La obra magna de Rufus Butler Seder queda, para la posteridad, como un estrella fugaz de sensibilidad extrema, un canto de amor y odio a Hollywood y un retrato fiel y demoledor de snobs, ninfómanas, charlatanes, criminales de baja estofa, travestis, productores y cazatalentos. Un exorcismo vital el del cineasta que aprovechó un viaje a Hollywood para sacarse de la manga una obra maestra singular y que poca gente conoce. En Youtube, de forma legal, se puede ver, la propia Troma se ha encargado de subirla aunque sin subtítulos y con muy poca calidad. El próximo 19 de febrero, no obstante, podemos acercarnos a la tienda y comprar el DVD de esta preciosa rareza que requiere un poco de paciencia: Aunque creamos que el video está roto, esos blancos y negros son así; aunque creamos que la imagen se va a fundir, es así. Y aunque creamos que estamos asistiendo a algo que nunca hemos visto antes, es así. Si de verdad se puede acuñar el término ‘de culto’ para una película y ser justo al cien por cien, esa película sería Screamplay.
Alucinante! Pero no la encuentro para descargarla 🙁
Pues está en YouTube integra amigo Isaac Tesla