“The Giver” es una propuesta maldita limitada por las necesidades y las características de la sociedad consumista a la que va dirigida.
Cuando la memoria es un tesoro
Phillip Noyce nos ha brindado películas tan interesantes como “Calma total” (1989), sin olvidar la magnífica adaptación de “El americano impasible” (2002) o series de televisión tan locas como “Crisis” (2014). El australiano nos ha demostrado ser un todo terreno, capaz de darnos lo mejor o filmes tan indigestos como “Sliver (Acosada)” (1993) o “El santo” (1997). Este verano ha estrenado un híbrido curioso que nos llamó la atención, se trata de “The Giver” con el que se adentra en el terreno de la ciencia-ficción de marcado carácter juvenil, muy en la línea de “El corredor del laberinto” o la franquicia “Divergente”. La diferencia con estos ejemplos es que ha sido un fracaso rotundo de taquilla. Eso ha marcado su carrera comercial en nuestro país donde se ha convertido en un largometraje maldito, pero del que se hablará inevitablemente. Por ese motivo sus expectativas no pueden ser otras que ser visionado en las plataformas Digital HD o “video on demand” en el mejor de los casos.
“The Giver” que podríamos traducir como “El dador” o “El que dá”, hace referencia al personaje interpretado magníficamente por Jeff Bridges. En un futuro distópico la humanidad vive bajo el yugo de un consejo de ancianos liderados por la jefe Elder, a la que da vida la gran Meryl Streep, que últimamente parece estar encasillándose en crear villanos de altura. Ellos tratan de preservar la sociedad y su máximo objetivo es evitar a toda costa cualquier signo o trato de violencia. Todos los jóvenes cuando acaban su adolescencia se les asigna un puesto de trabajo. El joven Jonás ha sido elegido como el próximo recibidor de memoria. Su misión es preservar la esencia de la sociedad. Sólo él y el Dador tendrán el recuerdo de lo que fue. Para ello deberá cumplir cinco reglas: Uno, informar directamente al Dador de memoria sobre cualquier problema derivado del entrenamiento. Nada más acabar debe regresar de inmediato a su casa. Dos. Queda exento de toda regla que rige a la comunidad. Puede preguntar lo que sea. Tres. Aparte de la inyección diaria no recibirá otras medicinas. En especial ninguna para el dolor. Cuatro. No puede discutir su entrenamiento con nadie. Nunca. Y cinco. Puede… mentir.
La sociedad anestesiada
El filme no es tan malo como parece a primera vista, pero obviamente tampoco nos descubre nada nuevo. Es un filme bien realizado que carece de tiempos muertos. Michael Mitnick y Robert B. Weide se han encargado de adaptar la novela homónima escrita por Lois Lowry, que bucea en los territorios orwellianos de “1984”. El colectivo está bajo la tutela del jefe Elder, toda una suerte de Gran Hermano que todo lo ve y nada se le escapa. Lowry además toma la neolengua. Los ciudadanos tienen vetados determinadas palabras, ello les obliga a “precisar” su lenguaje. La segunda gran referencia literaria es la anestesiada colectividad propuesta por Aldoux Huxley, en su mítico “Un mundo feliz”.
Nos proponen una hipotética sociedad hedonista que también se enroca con “La fuga de Logan” (Michael Anderson, 1976) en dos aspectos. El primero es el control de la natalidad y el segundo, el paralelismo entre Jonás y Logan. Ambos son los elegidos y deberán ir más allá de los límites geográficos de la ciudad en la que viven para liberar a la sociedad. Estéticamente Noyce apuesta por mostrarnos el punto de vista monocromático de esa sociedad alienada de la misma manera que lo hacía “Pleasentville” (Gary Ross,1998). Y será gracias al Dador de recuerdos cuando se nos revela la colorida realidad.
Subversión para adolescentes
Esa monocromática realidad está liderada por un consejo de ancianos que ejerce la supremacía mintiendo al pueblo, que obviamente está obligado a decir siempre la verdad. Esa oligarquía se erige en “casta” e impide a las bases cuestionarse cualquier aspecto relacionado con las reglas sociales. El trabajador nace para desempeñar una labor y obtener un producto sin poder preguntarse nada al respecto. Ahí surge la manipulación y el control del proletariado y el mensaje del filme adquiere ciertos matices subversivos.
Lo que menos me ha gustado es que no ni el autor del libro ni los guionistas buceen en la idea de la fragilidad de la memoria, eso hubiera otorgado mucha enjundia a “The Giver”. Siempre lo recordado es algo subjetivo. Ya lo dice el refranero: “Cada uno habla de la feria como le va en ella”, luego al transmitir el recuerdo puedes alterar la realidad y su percepción. Frente a esta idea optan por adentrarse en la construcción de una sociedad modelo, segura, donde no exista: la envidia, la violencia, los resentimientos o el odio. Eso nos lleva a plantearnos si hay un sector en Hollywood que comience a cuestionarse el nuevo modelo social surgido tras los tristes acontecimientos del 11S. Ya lo hizo Steven Spielberg en “Minority report” (2002).
Todo ello hace de “The Giver” un cóctel ciertamente curioso, merecedor de nuestra atención. En realidad Noyce firma un largometraje bien dirigido, sumamente comercial con efectos especiales bien resueltos, pero que lleva ciertas cargas intelectuales que pueden que no sean del agrado del target al que va dirigido, que se sentirá profundamente incomodado en la butaca con el mensaje de fondo y al que seguramente se le puedan acabar indigestando las palomitas aderezadas con su refresco favorito. Ese puede que haya sido uno de los principales motivos de su fracaso, porque nadie quiere cuestionarse esta “sociedad de la seguridad”.
Frases destacadas de “The Giver”
- Jonas: “Enseñamos a los nuevos niños reglas como usar un lenguaje preciso. Vestir el guardarropa asignado. Tomar los medicamentos. Obedecer el toque de queda. Nunca mentir”.
- Jonas: “Mi nombre es Jonás. No tengo apellido. Ninguno de nosotros lo tiene”.
- Jonas: “Siempre sentí que veía cosas de forma diferente. Algunas cosas que otras personas no veían. Nunca dije nada. No quería ser diferente. Quién lo haría”.
- Jonas: “Vivimos en un mundo donde las diferencias no estaban permitidas”
- Jonas: “Mañana lo único que cambia es lo que hacemos, pero no quiénes somos”
- Jeje Mayor: “Gracias por tu infancia”
- Jeje Mayor: “Pero debo advertirte, tu entrenamiento implica dolor. Dolor, más allá de cualquiera que conocemos. ¿Eres lo suficientemente fuerte?”
- Jefe Mayor: “El chico debe mantener el dolor dentro. No nos falles de nuevo”.
- The Giver: “No aceptes la verdad solo porque viene de alguien a quien respetas”.
- The Giver: “Las memorias no son solo el pasado. Determinan nuestro futuro”.
- Madre: “Precisión del lenguaje”
- Jonas: “Hay algo que tengo que hacer que es correcto pero está contra las reglas”
- The giver: “Tengo que estar durmiendo para despertar”
- The giver: “Si cruzas esta línea, la memoria será liberada y todo el dolor, que sentiste, toda la confusión, el caos, todo regresará”.
- The giver: “Vivimos una vida en las sombras. De ecos de distantes murmullos de lo que es real”.
muy bueno