La responsabilidad, la culpa y la perdida de la inocencia vertebran este nuevo trabajo de Foster donde regresa al realismo mágico para hacernos sentir la alegría de vivir.
Esperábamos un milagro: que «El viaje de Arlo» fuese, al menos, la mitad de buena que su antecesora «Del revés». Nuestras expectativas se vieron frustradas.